Como todos los años en estas fechas acostumbramos adornar la casa, pero en esta ocasión fue un poco diferente ya que mi hija de apenas siete años me ayudo, empezó por sacar el pino y con una cara de desencanto me preguntó.
¿Mamá porque este pino no luce como en las tiendas?
Lo que pasa, le respondí es que falta sacarlo de la caja y adornarlo con luces y esferas y ya veras que bonito se va a ver.
Un poco incrédula comenzó a acomodarle las ramas, ponerle las luces, las esferas y demás adornos.
¡Vez le comenté ya se ve mucho mejor, igual de bonito que en las tiendas!
Se quedo viendo un rato el arbolito y luego me preguntó.
¿Y si mejor le preguntamos al de la tienda como lo arreglo él?
Mi esposo que nos observaba como arreglábamos el pino no pudo evitar soltar una carcajada al escuchar el comentario de la niña y ver la cara que ponía yo ya que esperaba una alabanza y no una critica.
Lo bueno de todo esto es la sinceridad que tienen los niños y que también hay que aprender de ellos.